La suya es
la historia de muchos europeos. Damian de Veuster, era un joven belga que a
finales del siglo XIX convirtió su conciencia en una forma de ser. Viajo a las
islas de Polinesia para sembrar los ideales de
su congregación, la de los Sagrados Corazones. Ayudando a los enfermos
de lepra en la isla de Molokai murió, ayudando a otros, muy lejos de Europa.
Es
uno de los fundadores de nuestro colegio, por eso en nuestro jardín se
encuentra este busto en su honor, y en nuestros corazones la palabra solidaridad escrita desde que somos pequeños. Todo al amparo de nuestra fachada, sembrada de paz,
en su aparentemente frío hormigón. Es una imagen, la de este europeo universal,
que llegó a morir por la dignidad de la gente, que queremos tener muy presente
en estos días de campaña. Y así se lo hemos explicado hoy a los más pequeños.
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