Hace tiempo
que se ha perdido la costumbre de escribir cartas. Una forma hermosa de contar
historias, y de conocer a quien las escribe, en sus márgenes, sus colores, los
olores del papel, la caligrafía. Hemos querido rescatar esta costumbre y
rescatarla para mejorar nuestro conocimiento sobre cooperación. La congregación
de nuestro Colegio (Sagrados Corazones) desarrolla diversos proyectos en Congo,
Angola y Mozambique.
De ellos el más cercano a nosotros es el Colegio Padre Damián.
Allí va una buena parte de nuestro trabajo solidario del año. Todo el mundo en la Paz sabe donde está ese
colegio, que necesidades atendemos y cuales son los problemas que tienen. Pero
es cooperar en abstracto. Nunca hemos visto su rostro, no podríamos decir a que
huele su ropa, o que colores les gustan.
Desde
Navidad hemos mantenido contactos con el Padre Antonio Riaño, responsable del
colegio en Congo y hoy vamos a empezar a ponernos en contacto con ellos. Queremos
enviar una carta por niño, cada una con un color, con una letra y con palabras
diferentes. Cada uno de nuestros niños enviará una carta a uno de nuestros
compañeros en Congo. En francés y contándole como somos y que queremos ayudar.
Cada carta lleva dibujada una figura del Quijote y una explicación de quien
era, con el color y la forma de uno de nuestros niños. Queremos que nos
contesten y nos digan cuales son sus molinos.
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